El ajo blanco o Allium neapolitanum es una planta herbácea perenne de la familia de las amarilidáceas, originaria del sur de Europa y el norte de África. Se caracteriza por sus flores blancas en forma de estrella, dispuestas en umbelas terminales, y sus hojas planas y estrechas. Su bulbo es comestible y tiene un sabor similar al del ajo común, pero más suave y dulce.
El ajo blanco se cultiva desde la antigüedad por sus propiedades medicinales y culinarias. Entre sus beneficios para la salud, se le atribuyen propiedades antibióticas, antifúngicas, antiinflamatorias, antioxidantes, hipotensoras y depurativas. Además, es rico en vitaminas, minerales y compuestos azufrados que le confieren su aroma característico.
El ajo blanco se puede consumir crudo o cocinado, solo o como ingrediente de ensaladas, sopas, guisos, salsas y otros platos. También se puede preparar en conserva, en vinagre o en aceite, para prolongar su conservación y potenciar su sabor. Su época de recolección va desde finales de invierno hasta principios de verano, dependiendo del clima y la zona de cultivo.
El ajo blanco es una planta fácil de cultivar en el huerto o en macetas, siempre que se le proporcione un suelo bien drenado, rico en materia orgánica y con un pH neutro o ligeramente alcalino. Prefiere una exposición soleada o semi sombra y un riego moderado, evitando el encharcamiento. Se reproduce por semillas o por división de bulbos, que se plantan a una profundidad de unos 5 cm y a una distancia de unos 15 cm entre sí.
El ajo blanco es una planta que requiere pocos cuidados y que resiste bien las plagas y enfermedades. No obstante, puede verse afectada por algunos hongos como el mildiu o la roya, que se manifiestan por manchas amarillas o marrones en las hojas. Para prevenirlos, se recomienda evitar el exceso de humedad y aplicar fungicidas ecológicos si fuera necesario. También puede sufrir el ataque de algunos insectos como los pulgones o las moscas del ajo, que se alimentan de la savia o los bulbos respectivamente. Para combatirlos, se pueden emplear insecticidas naturales como el jabón potásico o el aceite de neem.
